¿Estamos en la antesala de la Quinta Revolución Industrial?
La tecnología atraviesa cada uno de los aspectos de la vida moderna de los seres humanos socialmente integrados lo que se puede denominar como la quinta revolución industrial. No importa si trabajamos en el campo, dictamos clase en una escuela, conducimos un taxi o si somos empleados de un supermercado.
Igualmente, esta ciencia es necesaria para informarnos, comunicarnos, socializar e incluso pagar impuestos, todos en algún momento entregamos y recibimos información a partir de la red de redes.
La combinación de estos avances en las tecnologías de digitalización y las dinámicas socioeconómicas han dado origen a tres fuerzas de transformación: Nuevas generaciones – nuevas infraestructuras – nuevos modelos de negocio.
Por una parte, hay un nuevo comportamiento de consumidor y productor de contenidos datos y conocimientos del asociado a las nuevas generaciones millenials y centennials.
Por otra parte, la tecnología digital con su ubicuidad e hiperconectividad genera enormes cantidades de información en lo que hemos acordado en llamar el big data (generada tanto por la interacción digital humana como por los dispositivos conectados a la red a través del internet de las cosas).
Estos datos digitales se constituyen en la materia prima para la inteligencia artificial que se apoya en nuevas infraestructuras tecnológicas como el blockchain y el procesamiento nube.
Finalmente, el tercer factor es el cambio en el modelo de gestión y de negocios que los dos factores precedentes (comportamiento de nuevas generaciones y digitalización y nuevas infraestructuras) generan con una velocidad nunca antes conocida.
Se trata pues de un cambio disruptivo al que hemos dado en llamar cuarta revolución industrial.
¿Cuándo estamos ante una nueva revolución industrial?
La humanidad ha vivido ya tres revoluciones industriales. La primera en la segunda mitad del siglo XVIII con la mecanización de la industria mediante la máquina de vapor.
Ciertamente la tecnología de las máquinas de tejer se desarrolló siglos antes, pero fue resistida incluso por los gobernantes, temerosos del impacto social que tendría sobre el trabajo. Aquí la tecnología disruptiva fue el motor de vapor, capaz de producir cantidades de energía mecánica imposibles de conseguir mediante la fuerza animal.
Una Segunda Revolución Industrial ocurrió a fines del siglo XIX con el concepto de cadena de montaje y la incorporación de la motorización eléctrica. En este punto, la disrupción fue dual: Por un lado, la evolución de la tecnología (los motores eléctricos eran mucho más versátiles, baratos, potentes y fáciles de diseñar para diferentes requerimientos) y, por otra parte, la especialización del trabajo (a veces llamada Taylorismo).
Una tercera Revolución Industrial ocurrió en la década del 70 del siglo pasado con la automatización de la producción a través del controlador lógico programable que permitió la automatización de la producción. Allí, la tecnología disruptiva fue el PLC y su resultado las fábricas automatizadas con trabajadores asistidos por la tecnología en los procesos automáticos.
Hoy estamos ante la cuarta revolución industrial que incluye la digitalización completa de los procesos, la robotización de la fabricación que elimina casi por completo los puestos de trabajo en líneas de producción y en la que los procesos se crean, mejoran y ajustan a través del uso de la ciencia de los datos en general y la inteligencia artificial en particular. A este respecto, las tecnologías disruptivas son la robotización, la digitalización y la inteligencia artificial aplicada a la investigación, los procesos y los productos.
¿Es una etapa previa de la revolución?
En la búsqueda de notoriedad, muchos autores intentan ser recordados como los primeros en acuñar una nueva “revolución industrial” y por tanto aparecen, cada tanto, argumentos de que estamos transitando una quinta, sexta o hasta séptima revolución industrial.
Sin embargo, a poco de andar, se descubre que el argumento carece de una tecnología disruptiva de sustento, y sin nueva tecnología disruptiva, no hay una revolución “nueva”.
Así, quienes afirman que transitamos la quinta revolución sostienen que “el empoderamiento humano que deja las tareas repetitivas a los robots, la robotización colaborativa, la rapidez y calidad o la manufacturación personalizada” son características de una nueva revolución industrial. Basta con preguntarse si hay detrás de las características mencionadas una nueva tecnología disruptiva o simplemente una versión particular de las disrupciones de la cuarta revolución industrial (robotización, digitalización e incorporación de la inteligencia artificial a la investigación, los procesos y los productos).
¿Entonces cuándo vendrá la quinta revolución industrial?
Muchas tecnologías se perfilan hoy como disruptivas, pero aún son completamente experimentales. En mi opinión, la quinta revolución industrial tiene dos prospectos serios. La interfase cerebro- internet por una parte y la computación cuántica por la otra.
La primera se producirá cuando la humanidad solucione el problema fundamental de la interfase cerebro-internet: la velocidad de carga de la información.
Hoy, nuestra red de cerebros humanos se comunica con internet con un conjunto de canales multimediales enormes que permiten la “descarga” e interpretación de grandes volúmenes de información, principalmente a través de la vista y el oído.
Sin embargo, el flujo de información desde el cerebro hasta la internet, se realiza aún con una velocidad paupérrima: la del teclado del computador, de ambos pulgares en la pantalla del celular, o por el texto hablado (speech recognition).
La quinta revolución industrial puede que llegue entonces, cuando se haya solucionado la interfase cerebro máquina. Ya sea (por implantación de dispositivos, o por tecnologías de conectividad externa como los cascos, microelectrodos, o dispositivos “vestibles” (weareables)) lograremos hacer requerimientos, consultas y comandos a la web.
Basta imaginar a todas las personas capaces de acceder a internet con el pensamiento, para ver una disrupción que lo cambiará todo, incluso el trabajo a tal punto, que la historia acordará acuñar como la quinta revolución industrial.
Lo mismo ocurre con la computación cuántica. Hoy aún hay procesos en las ciencias de los datos y de la inteligencia artificial que encuentran la limitación en el poder de procesamiento de los computadores digitales. La enorme potencia de los cluster de cálculo se comporta sin embargo como limitación tecnológica a la hora de resolver problemas en tiempo real.
La computación cuántica, por otra parte, logra capacidades de procesamiento que son superiores en orden de magnitud a la que se lograría si fuera posible integrar la suma completa de todos los microprocesadores actuales del planeta.
Este concepto unido a la inteligencia artificial, es entonces la segunda disrupción que aparece en el horizonte como prospectiva de la quinta revolución industrial.
No sabemos a ciencia cierta qué tecnología disruptiva será vista en el futuro como la que hizo nacer una nueva revolución industrial. Hoy se presentan como emergentes la computación cuántica y la interfase cerebro-internet. Quizás sea otra que aún no se asoma en el horizonte.
Lo que sí sabemos es que lo que estamos viviendo son simples consecuencias tecnológicas de la cuarta revolución industrial que se muestra en distintas versiones y mejoras, todas surgidas de la misma disrupción que la sustenta.
Por: José Luis Córica PhD.