Pirámide William Glasser: el método de aprendizaje aplicado en BIU
Pirámide William Glasser: el método de aprendizaje aplicado en BIU
La pregunta sobre cómo aprendemos resulta fundamental en todos los ámbitos de la vida, y por ello, a lo largo de la historia, han aparecido muchas y muy diversas explicaciones que procuran contestar ese interrogante.
En medio de las posibles respuestas, sobresale una conocida como “Pirámide de William Glasser”. Esta teoría sostiene que el aprendizaje es mucho más provechoso cuando hacemos algo con él, es decir, cuando lo enseñamos o lo aplicamos a casos reales.
Aquí repasaremos esa interesante teoría. Pero, antes de entrar en materia, aprendamos un poco sobre su autor.
¿Quién fue William Glasser?
Este psiquiatra estadounidense nació en el estado de Ohio en el año 1925, más exactamente el 11 de mayo. Se graduó como bachiller en Ciencias en 1945. Posteriormente, completó un máster en Psicología en 1948 y un doctorado en Medicina en 1953.
Además, entre 1954 y 1957, se desempeñó como residente en el programa de Psiquiatría de la Universidad de California y en el Hospital de Veteranos, lo que le permitió obtener su especialidad en Psiquiatría en 1961.
A lo largo de su fructífera carrera, Glasser trabajó en escenarios tan dispares como la educación, la vida familiar y la salud mental. Estas experiencias fueron, justamente, las que le permitieron desarrollar su teoría sobre la pirámide de aprendizaje.
Niveles de la pirámide de aprendizaje de Glasser
Preocupado por intentar explicar el funcionamiento del conocimiento, William Glasser pensó en una pirámide. La imagen le ayudó a desarrollar niveles que, según una determinada actividad, representan para nosotros un mayor o menor grado de aprendizaje.
Los niveles establecidos por Glasser se enuncian aquí desde la punta hasta la base de la pirámide, es decir, desde los que representan un menor aprendizaje hasta los que, a juicio de Glasser, son los que nos resultan más provechosos en nuestros procesos.
Leer
Según Glasser, en esta actividad, quizá la más difundida en los sistemas educativos, solo convertimos en conocimiento el 10%. Esto no significa que no sea importante para el intelecto; sin embargo, el psiquiatra explica que, en comparación con otras actividades, el aprendizaje suele ser menor.
Escuchar
Explica Glasser que cuando escuchamos una clase, por ejemplo, convertimos en aprendizaje solo un 20% de lo que oímos.
Ver
De lo visto se aprende un 30%, dado que ver es un acto que habitualmente deja huellas más profundas en nuestra memoria.
Ver y escuchar
Cuando los sentidos se suman en las actividades, el aprendizaje es mayor. Pensemos, por ejemplo, en el uso de videos en el aula o de explicaciones con diapositivas, que suelen estimular tanto la vista como nuestra capacidad de escucha. Esto, según Glasser, ayuda a mejorar el nivel de aprendizaje a un 50%.
Debatir
Marca el inicio de los niveles más provechosos, los cuales se caracterizan por el papel activo que adoptan las personas en sus procesos de aprendizaje. Por ello, cuando se debate con otros, se intercambian ideas, se defienden posturas, se descartan otras y se da forma a un pensamiento más crítico, el aprendizaje es cercano al 70%.
Hacer
Nuevamente, el papel de quien aprende se sigue tornando activo. Aplicar los conocimientos adquiridos a casos reales y concretos permite que el aprendizaje llegue a ser del 80%.
Enseñar
Por último, la base de la pirámide de William Glasser consiste en enseñar a otros, actividad que permite aprender un 95%.
BIU le apuesta al aprendizaje activo
Lo que se propone demostrar la teoría de Glasser es que aprendemos más cuando, en nuestro proceso de aprendizaje, pasamos de ser sujetos pasivos a ser sujetos activos.
Por ello, es clave hacer algo con los contenidos vistos y traducirlos en verdadero conocimiento por medio de su aplicación a casos concretos.
Esto es lo que sucede en los programas de máster de BIU, que, con su metodología, impulsa a sus estudiantes a llevar a la práctica todo lo que se aprende en el aula.